16 de marzo de 2013

El Olvidado, Parte 9: Experiencias


  Fui amontonado en un despacho junto a los demás. El peso que soportaba encima mía, me estaba aplastando, comprimía mis hojas como si fuera una prensa. Aunque no tardé mucho en ser liberado. Dos personas se dedicaban a cogernos uno a uno, nos abrían y copiaban alguna información en el ordenador, a continuación nos sellaban páginas aleatorias con el logotipo de la biblioteca y nos ponían una pegatina en el lomo, marcados como un rebaño, como los presos de la Alemania nazi. Cadenas invisibles que nos ataban a aquel sitio. Por último, nos colocaban en un carrito y de ahí a la estantería que sería nuestro hogar el resto de nuestras vidas. 

  Creí que a partir de ese instante iba a estar relajado. ¿Quién me querría leer? Pensé que nadie, pero hubo de todo. Momentos que siempre recordaría y momentos que prefiero no rememorar. Épocas en las que, efectivamente, era olvidado en mi estante y observaba expectante como ante mí pasaba la gente. Otras épocas eran de ajetreo, iba de mano en mano sin parar siquiera un momento a descansar. Estas épocas eran las de mayor riesgo, no sabías si te iba a tocar un maltratador o si ibas a recibir cariñosos mimos. 

  Recuerdo a dos jovenzuelos que me sacaron de la fila un día y, en uno de los puestos de lectura que había en la biblioteca, empezaron a hacer dibujos obscenos en mis márgenes. “Castiga Dios al que peca” quise atemorizarles, “bajarán sus ángeles y os convertirán en cadáveres”. No surtían efecto mis letras. El poder de las palabras había disminuido considerablemente. “Que viene el coco” probé, pero tampoco. Se reían de mis amenazas. Estaba acostumbrado a ser subrayado, a ser doblado, incluso a ser pintado por un boli despistado. Todo esto era soportable y comprensible, sin embargo lo de aquellos dos individuos era puro gamberrismo. Pronto se aburrieron y me dejaron en paz. Regresé a mi estante con el ánimo bajo, intentando ocultar las marcas del maltrato. 

  No todo fueron malas experiencias. Recuerdo también a una joven que me sacó prestado para realizar un estudio sobre mí. La atención que recibí y el gusto de la joven por examinar cada detalle, eludiendo mis heridas de guerra, me produjo una gran satisfacción. Quizás, tras las semanas que pasamos juntos, ella me conoció mejor que yo mismo. Sin embargo, tras completar su trabajo me devolvió y no nos volvimos a ver.

CONTINUARÁ...
Parte 10: Último recuerdo [Final] (23 de Marzo)

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