9 de febrero de 2013

El Olvidado, Parte 4: Nueva vida


  En el trayecto conocí a mi compañero de viaje. Era delgado como yo y sus hojas eran extremadamente finas, como las de una Biblia. Tuve miedo, en el ajetreo del camino chocábamos con los demás objetos y alguno podría rompernos. Afortunadamente salimos ilesos.

  Nos puso en una mesita que presidía una lámpara. Obviamente, aquel era un lugar pasajero. No tardarían mucho en colocarnos en una estantería. Y si el destino es bondadoso, alguien nos cogería para leernos.

  Por la puerta entraron dos niños con mochilas. Uno tendría once años, el otro diecisiete aproximadamente. Saludaron a su madre y se sentaron en el sofá a ver la tele. El menor se percató de nuestra presencia.

  -Mamá, ¿qué es esto?

  -Son libros del abuelo que tenía en su casa. Hay más en la caja del pasillo, pero esos dos se quedaron atrás y los traje en el bolso.

  -¿Y de qué van? -No lo sé, no conozco ninguno de los dos. - Nos los podríamos quedar, uno cada uno, como recuerdo del abuelo -intervino el mayor. - ¿Tú interesado por un libro? Rápido mamá, trae la cámara- se mofó el hermano y recibió una colleja. Este respondió con un golpe en el hombro lo que provocó otro golpe más fuerte y empezó la trifulca.

  - ¡Parad ya! -se impuso la madre- ¡Coged cada uno un libro e idos a vuestros cuartos!

  Así que acabaría en posesión de un niño. No quería imaginar las perrerías que sufriría en sus manos. Esperaba que me cogiera el mayor, quizás de esta forma estaría a salvo, quizás él pudiera apreciar el mensaje que transmito y que un niño de once años no está preparado para entender. Si pudiera gritar, alguien se apiadaría de mí. Si pudiera correr, no me hubiera quedado ahí. Sin embargo mi condición de ser me obligó a esperar.

  El mayor fue más rápido en levantarse y nos agarró a ambos. Nos hojeó y me soltó a mí de nuevo donde estaba antes. ¿Por qué? ¿Qué había visto en el otro que yo no tuviera? Me resigné al destino fuera el que fuera.

CONTINUARÁ...
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