28 de diciembre de 2007

Postal de invierno

Iglesia de Schwangau(Alemania)



Pequeña capilla entre nieves
Al fondo montañas
Bonito relieve.

Cuatro arboles custodiaban
La alta torre
Que al cielo asomaba.

Vive aislado el silencio
En ese paraje
Virgen por defecto.

Pero la luz de las velas
Alumbra la noche
Noche traicionera.

Cuando se escucha al viento
Congelar el aire
Silbar a lo lejos.

Trae consigo nevadas
Granizos de hielo
Y la fría escarcha.

Para renovar el suelo
De este paisaje
Postal de recuerdo.

16 de diciembre de 2007

Traje

Tengo delante de mí
El traje que tuve en vida,
La máscara con que cubrí
Los defectos del existir.

Le veo las imperfecciones
Las roturas de mi vivir
Con tintes de camuflaje
Del mundo me escondí
En el rol que me dio el traje:
Extra número mil.

Fantasma entre las masas
Como en el mar gota de agua
Y en el profundo cielo
Yo era agujero negro.

Buscaba la libertad
Oprimida en mi garganta
Por el lazo de matar,
Soga para vestir
Corbata de esclavizar;
Eso sí, y ante todo,
Con profesionalidad,
Quedando doblegada
Mi cobarde voluntad.

Ahora pretendo ser grande,
Empezando mi vida de cero,
Y con la experiencia ahorrada
Comprarme un práctico traje
Que me ayude en lo que quiero
Como si de magia se tratara.

10 de diciembre de 2007

Delirando

De Becquer no es este poema,
Ni de Lorca, ni de Espronceda,
No es para él ni para ella,
Es para el que lo lea.

No tiene ningún sentido
Ni para el torpe ni listo
Ni pa'l cansado o aburrido
Lo que escribo en mi delirio.

Este es otro verso cualquiera
Y la estrofa, es la tercera
Para todo el que lo vea
Con los pies puestos en la tierra.

No soy un joven mago
Tampoco el doctor malvado
Solamente estoy borracho
Acabando el verso cuarto.

El Bosque en pdf

Para los que no les gusta tener que ir leyendo entrada por entrada para enterarse de la historia. Os he preparado los siguientes documentos pdf para leer la historia de "El Bosque" mas comodamente:

El Bosque (I)
El Bosque (II)

Espero que hayais disfrutado con la historia.

4 de diciembre de 2007

El Bosque ( II ) Parte 6

Parte 6: Bajo la tormenta

Bajó de la torre y corrió a su casa. La lluvia disimulaba su llanto y entorpecía su carrera. Giró la última esquina y el fuego iluminó su rostro mostrando una expresión de sufrimiento.

Se abalanzó para entrar pero unos brazos lo sujetaron, eran sus vecinos que estaban intentando sofocar el incendio.

-No puedes entrar.

-Mi mujer está dentro.- replicó intentando zafarse de las garras de sus vecinos.

-No, Manuel, si entras morirás.

-Me da igual, ya no me queda nada.

Consiguió acercarse lo suficiente, pese a los esfuerzos de sus vecinos, como para ver un mensaje tallado en la puerta, aún sin carbonizar: “Me llevaste a una vida, yo te llevaré a otra”.

Manuel sorprendió a sus vecinos cuando cesó en su intento de entrar en la casa y sin mediar palabra se dirigió hacia el bosque con pasos decididos. Se tanteó la chaqueta para comprobar que la navaja seguía ahí, pero no estaba. Se paró en mitad del camino mientras la lluvia lo empapaba aún más. Miró a su alrededor y vio la explanada que utilizaban los niños para jugar al futbol, observó las varas de metal que delimitaban las portería imaginarias. Atravesó el camino y la cancha embarrada hasta llegar a los deteriorados palos, arrancó uno del suelo y prosiguió su camino.

Cuando llegó al bosque no supo hacia dónde ir, se acordó que la cita entre Marcos y su mujer iba a ser en el claro, así que decidió ir hacia allí. La lluvia no paraba y la distancia entre los relámpagos y sus respectivos truenos era cada vez menor y más seguidos. Por suerte el bosque paraba gran parte del aguacero que estaba cayendo.

Próximo al claro empuñó la barra de hierro. Le costaba andar debido al barro. Un relámpago iluminó una silueta en el claro, ahí estaba Marcos esperando bajo la lluvia, en su mano derecha sujetaba un cuchillo de unos treinta centímetros. Manuel se acercó y se miraron mutuamente. Marcos lanzó el primer ataque mientras su rival se defendía retrocediendo unos pasos.

-Mi pañuelo limpiará tu sangre- dijo Marcos.

-Ah, ¿Ya has obtenido ese trabajo de barrendero?- respondió y, embistiendo Manuel ahora, continuo- ¡Nadie me ha sacado sangre jamás, y nadie lo hará!

-¿Tan rápido corres?

Las dos armas chocaban entre sí mientras se mellaban, defendiendo y atacando, colisionando a izquierda o derecha, arriba o abajo, mezclándose con algún puño o alguna patada traicionera. En un momento de tensión, permanecieron los metales juntos sobre las cabezas y uno de los mil rayos que caían fue atraído por estos. La descarga pasó por las dos armas hacia sus dueños que, sin poder evitarlo, quedaron paralizados, tiesos, para después caer al suelo bajo el shock.

A la mañana siguiente, los vecinos encontraron los dos cuerpos tendidos en el claro. Por la tarde los enterraron, a la familia Gresco en una lápida conjunta con los nombres de Manuel, María y Claudio, pero que contenía sólo los cuerpos de Manuel y Claudio, ya que no se encontraron restos de María tras el incendio. Cerca, en una lápida sin nombre, estaba el cuerpo sin vida de Marcos.


FIN

El Bosque ( II ) Parte 5

Parte 5: El Campanario

En una casa en las afueras del pueblo y cercana al bosque, dormían el matrimonio Gresco. Ella, María, dormía agitadamente debido a la desaparición de su hijo Claudio. Él, Manuel, soñaba con unos ojos, unos ojos que conocía y que los había visto al mediodía al salir del bar. Pero no recordaba a quien le pertenecían.

La campana del pueblo sonó una vez. Manuel se desveló y miró el reloj: las 2:20 de la madrugada. Se levantó de la cama sin despertar a su mujer, y salió de su habitación al jardín de atrás. Sacó un cigarrillo y lo encendió. Miró al cielo, enrojecido por la tormenta que se avecinaba, sin verlo, su mente divagaba entre sus preocupaciones.

Una voz sonó a sus espaldas:

-¿Te acuerdas de mí?

Entonces, los ojos que le habían intrigado ese día aparecieron en su mente, unidos al rostro de un joven de 19 años que había desaparecido en el bosque por culpa de él y su mujer. Se dio la vuelta para enfrentarse a él.

-Marcos…

-Veo que sí. ¿Te acuerdas también de nuestra última conversación? Me dijiste: no seas tonto, ve al bosque y haz que María te quiera para siempre.

-¿Tienes a Claudio?-preguntó Manuel, temiéndose lo peor.

-No, pero si vas al campanario sabrás donde está.

-¡Hijo de puta! ¿Qué le has hecho?- dijo mientras entraba en casa, cogía el abrigo y salía corriendo hacia la torre.

Dos minutos después, Manuel se hallaba en la base del campanario anexo a la iglesia. La puerta de madera de la torre estaba abierta, forzada.

Entró en el campanario receloso. Estaba oscuro, aún así podía divisar las escaleras. Subió rápido. Cuando iba a salir a la cumbre, un relámpago iluminó su alrededor.

Salió. En la campana había unas manchas rojas, pero su atención se centró en el cuerpo que colgaba de ella. El rugido de Manuel se confundió con el de la tormenta. Cayó arrodillado, llorando por su impotencia. Un arrebato de ira y dolor inundó su ser.

Se puso en pie, desató a su hijo, pálido, despeinado y sucio, con una hendidura en el pecho, y lo tendió en el suelo. Sus lágrimas caían en un goteo incesante.

Examinó entonces la campana, había un mensaje escrito con pintura roja: “Es solo una broma”. Su ira aumentó y con ella se desató la tormenta, las gotas parecían llevar la furia de Manuel.

Antes de bajar miró hacia el bosque, fue en ese momento cuando vio que su casa ardía bajo la lluvia.