30 de noviembre de 2007

El Bosque ( II ) Parte 4

Parte 4: Venganza

Ya le había contado al chico mi historia para que comprendiera mis futuros actos. Pero cuando supo que el traidor era su padre, intentó huir. Lo cogí del cuello y lo empotré contra el gran árbol que me servía de calendario.

-Espera, no te vayas, aun no sabes todo- dije, dejándole respirar- ¿Cómo se llama tu madre?

Sus ojos se abrieron como platos.

-¡¡No!! No les hagas nada, ha pasado mucho tiempo-dijo como pudo ante la presión de mi mano en su cuello. Entonces le gire la cabeza agarrándole del pescuezo y le enseñé los círculos que había en la corteza del árbol.

-Ves esas marcas, pues cada aro es un día, cada día que he pasado en este bosque maldito. Llevo 25 años aquí y la sangre de tu familia bañará cada una de estas marcas.- Tenía el cuchillo empuñado con la otra mano. Le rodeé con el brazo y se lo clavé en el corazón. Empezó a sangrar por la boca y me manchó la mano que le sujetaba el cuello, así que la quite y le dejé caer.

Mientras agoniza me fui al pueblo. El plan estaba en marcha. De camino a casa de mi madre me crucé con Manuel que salía del bar que había enfrente de la torre de la iglesia. Su figura alargada denotaba preocupación, se me quedó mirando pero no me reconoció, pues no me dejaba ver por el pueblo desde mi desaparición. Yo, en cambio, si lo conocí porque todas las semana iba a la puerta de su casa a espiarlo, planeando mi venganza.

Llegue a casa de mi madre, pero no estaba. Le dejé una nota despidiéndome de ella y dándole las gracias por ayudarme todos estos años.

De vuelta al bosque paré en el bazar del pueblo y compré una garrafa de gasolina y un espray de pintura roja. Ya estaba preparado para la venganza.

El Bosque ( II ) Parte 3


Parte 3: Despues de la leyenda

-¡¿Qué?!

-En efecto, esa leyenda que os lleváis contando dos generaciones de forma divertida es el origen de mi vida.

-No, me estas mintiendo, la leyenda dice que el chico murió y que su fantasma mora por el bosque.

-Te equivocas, el chico no murió, desapareció y aquí tienes la prueba de ello- dijo señalándose a si mismo.

-Eso es imposible ¿Cuánto tiempo llevas aquí? ¿Cómo has sobrevivido?

-Será mejor que te sientes, te voy a contar lo que no conoces de mi leyenda:

»Lo recuerdo como si fuera ayer, su grito de socorro sonó en la profundidad del bosque y desestabilizó mi corazón. Corrí hacia el grito pero no la encontré, entonces me interné aún más en el bosque y lo único que conseguí fue perderme. Esa noche dormí, lo que pude, a la intemperie. Al día siguiente seguí adentrándome en el bosque, sin éxito.

»Desorientado y con fatiga, tardé una semana en volver al pueblo. En esos días me alimente exclusivamente de las moras que había en las zarzas silvestres.

»Legué al pueblo titubeante y sin fuerzas, quería llegar a mi casa sin que nadie me interrumpiera a preguntarme que le había pasado a María. En aquel entonces creía en la bondad y la inocencia de todo el mundo. Admiro al que inventara de la nada esas virtudes.

»Como te decía, evitando contacto humano en mi regreso, me escondí tras unos cubos de basura al ver salir del bar a dos personas. Uno de ellos era mi amigo, que me había ayudado en mi cita con María. Casi sin querer, le escuche hablar con el otro:

»-Pues todavía no ha aparecido Marcos ¿le habrá pasado algo?

»-No. Es que María y yo le gastamos una broma y debe estar escondido en el bosque. Lo que nos vamos a reír cuando vuelva.

»-Os habéis pasado, Manuel.

»-Que va, es solo una broma, la aceptará.

»Con el alma herida de muerte por la traición de mi amigo, fui a casa, cogí alimentos, ropa, mantas dos cuchillos, la escopeta de mi difunto padre y una caja de cerillas. Le dejé una nota a mi madre y volví al bosque.

»Dos días después una partida de búsqueda pasó cerca de mi asentamiento pero no me vieron.

»Una vez a la semana voy a mi casa a por provisiones que mi anciana madre tiene preparadas para mí. Y así he pasado los años hasta hoy.

Había algo en la historia que me daba mala espina, se notaba la ira en sus ojos.

-¿Cómo has dicho que se llamaba tu amigo?-pregunté intentando averiguar mi mal presentimiento.

-Manuel,- miró con una sonrisa maliciosa y continuó- Manuel Gresco.

Me quedé paralizado y un nudo se formó en mi garganta.

-Lo sé, hijo, es tu padre. Por eso me vas a venir de perlas para vengarme.

29 de noviembre de 2007

El Bosque ( II ) Parte 2

Parte 2: Despertar

Claudio empezó a sentir la calidez de un rayo de sol en su párpado izquierdo. Estaba tumbado boca arriba sobre lo que parecía hierba, tapado hasta el cuello por una apelotonada y raída manta. Giré la cabeza y el frío rocío mojó mis pómulos. El trinar de los pájaros dando la bienvenida al sol me había despertado. Recordaba haberme caído y desmayado, y a alguien que me arrastraba, después de eso no había nada, así que no sabía lo que me esperaba al abrir los ojos.

Al separar mis párpados me encontré todavía en el bosque, pero en un lugar distinto al que estaba cuando perdí el conocimiento. Los olmos que me rodeaban poseían una extraña actitud protectora sobre mi lecho. Sus copas se juntaban fuertemente a una altura de unos 4 metros.

Salí de la protección de esos árboles y me encontré de frente con otro olmo inmenso, con un tronco de casi un metro de diámetro. El tronco estaba repleto de círculos tatuados, unos dentro de otros, agrupados según un orden: había seis círculos muy grandes, cada uno de estos contenía cuatro círculos menos grandes que a su vez albergaban otros cuatro aros medianos, estos tenían en su interior nueve círculos pequeños con tres círculos más chicos que acogían a otros tres casi enanos con dos puntos en su interior. Fuera de los seis círculos mayores, había otros fuera, mas pequeños.

No podía comprender que significaban esos aros. Me acerqué a estudiarlos pero una sombra los tapó. Me di la vuelta y ante mí había un hombre que superaba la cuarentena de edad, con una barba espesa con algunas canas, y el pelo despeinado pero limpio. Vestía unos pantalones vaqueros y una camisa celeste de cuadros rojos, ambas prendas reflejaban su continuo uso y deterioro.

-¿Quién eres?-pregunté. No sabía si asustarme o alegrarme de ver a ese individuo.

-Soy Marcos, y aunque mi nombre no te diga nada, estoy seguro de que has oído hablar de mí.

-Pues ahora no caigo, ¿Qué haces aquí?¿Has sido tú quien me ha traído aquí?

-¿Conoces la leyenda de este bosque?

-Ha sido esa leyenda la que me ha traído aquí- dije, asintiendo con la cabeza.

-No sabes cuánta razón tienes- dijo en un susurro, para luego continuar, en tono normal, diciendo- Yo soy el protagonista de la leyenda.

26 de noviembre de 2007

El Bosque ( II ) Parte 1

Continuo ahora la historia que empecé aquí. Esta nueva trama de la historia tengo previsto que ocupe unas 5 partes. No creo que sea necesaria leer la historia anterior para comprender esta, pero si es recomendable. Sin mas, doy comienzo a la historia:

Parte 1: Claudio


Agazapado en las sombras permanecía Claudio, junto a su reproductor de música a pilas. Escondido tras uno de los arboles que le rodeaban. En la distancia intuía las siluetas de sus amigos disimuladas en la oscuridad, y un poco más lejos, las dos víctimas de su inminente broma estaban en el claro del bosque.
Todos los demás esperaban el momento propicio para poner en marcha el plan.

Una piedrecilla le dió a Claudio en la cabeza, y este se volvió mosqueado:
-¿Qué pasa?-susurró al árbol que había detrás suyo.
-Dale ya- susurró el árbol.
-Vale, no te impacientes.

Claudio pulsó el botón Play, y la grabación apresurada que habían hecho esa misma tarde se reprodujo. La tenebrosa carcajada resonó en el bosque. El efecto fue el esperado. Las dos víctimas huyeron llenas de pavor. El plan había funcionado. Solo quedaba esperar a que volvieran, si volvían.
Los dos individuos regresaron, pero se tomaron su tiempo. Cuando se les divisó, el grupo de bromistas salieron a por ellos. Claudio se entretuvo recogiendo el reproductor y cuando fue a seguirlos, tropezó con la raíz de un árbol, cayendo de cabeza al suelo.

Se estaba mareando, tenía la visión nublosa, llamó a sus amigos pero no escuchó respuesta alguna. Solo se oía un alboroto en la distancia, cada vez más lejano.
En pleno viaje al país de la inconsciencia unas ásperas manos lo agarraron de las muñecas, pero el viaje no se detuvo.

12 de noviembre de 2007

Soy



Soy la sombra de la sombra
Invisible al agua y al viento,
Soy del polvo la mota
y los espacios en un verso.

Soy lo que la córnea al ojo
No más que un mero estorbo,
Soy la nada del todo
Sorprendente y obvio.

Y aunque soy lo que no entiendo
Me intuyo y me presiento
Que ser soy porque pienso
Al menos en tus pensamientos.

No me busques o no lo intentes
Pues escondido no estoy
Ya te he dicho lo que soy
Si no me ves, no lo entiendes.